Dejas clara toda intención
de comerte mis aciertos encarnados
y atribuirte el mérito,
mientras huelo el frenesí
que suscitas
al lamer el motín de las sombras
y desarticular su táctica irrisoria,
abrillantándola
delante de lo que hacemos,
cuando dejas
que vaya y venga
que entre y salga
toda esa energía
que se desencadena
con motivo de tu paso…
Te apetezco;
tu rostro lo declara
con un apetito exacerbado
por el atrevimiento de todo lo que digo
con los gestos,
cada vez más cerca…
Aturdida por tu oscuridad voraz,
me vuelvo presa fácil
de tu ofensiva,
férrea defensora del propósito
de caerte encima,
lanzando mi humanidad
contra tus tierras universales;
arrastrando la capa de los sueños,
en vuelo,
hacia el jardín del deleite…
Me desatas el equilibrio
y masticas, sin piedad,
las curvas que no sostienen
el sudor de mis fragancias,
sino que manan el vapor
que va inundando la habitación
exclusiva,
donde has confinado mis ganas…
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