Esa luz revuelta de tus ojos,
agilidad que balancea ola y espuma,
hiriente de mis arenas,
arrasa con lo establecido…
Te aventuras a mi lengua,
tormentoso
y proliferan los señuelos
que capturan la beldad danzante,
insospechada
y circundas el vicio
de aprehenderme;
de arrancarme el aliento,
mientras avanza,
impredecible,
la corriente alocada del deseo…
Devastadores
se tornan tus dedos,
cuando me enfundan,
suplicando apretar mis ganas…
Te sales de euforia
y exudas tus torrentes,
puliendo mi anatomía;
regalándome la contorsión soñada
por tu lado ardiente…
Y tu seda cósmica,
borboteando desde la tierra en llamas,
trepa las líneas del tiempo;
somete,
entre sabanas y fantasía,
a las entidades que me acercan
a la avidez insondable
que me calcina…
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