Te escribo
desde el portal del insomnio,
mientras suena “bajo la piel”
y el torrente virtuoso de tu aura
cuelga una lágrima
en la garganta de la noche…
Me embriago al vencer la mirada
del álbum que nos cuenta concordes
y el óxido en mis letras
nos confina a la página en blanco…
Me lleva de la mano al punto de partida,
en donde vírgenes incendios
se aventuraron por toboganes de papel
y yo ávida por resplandecer,
desbordaba tu orilla…
Por aceptar la condición del alma
de verte desaparecer
en la ciudad de las cenizas,
es que difumino
en esta negra transición
y el desafío de cerrar el ciclo,
traga cada poema,
beso e instante
que nos cogió trenzados al infinito
y a una eternidad quimérica…
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