Te me acercas,
con garbo imponderable
y todo se enciende…
Me enamoras,
mientras tus mil colores
se desprenden sobre mi alma…
¿Me percibes
quitándome la sombra;
desnudándome
bajo el aura inverosímil que despliegas?
Me haces relucir,
como antorcha que se desvela
por ver estremecer
su canto antiguo de luz y espejos…
Y me consigo,
sin ojos,
con la fuerza imprecisa de lo naciente;
ceremonia de paladar deseoso,
cuyo templo
muda su ofrenda
y su rezo perdido halla rumbo…
Cumplo el pacto con mi lengua
al saberme patrón geométrico del mundo;
incansable armonía y sutileza…
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