Frenar ese revés infatigable,
cuya resistencia sintetiza mi existir,
reafirma la fortaleza del impulso;
el arranque de inquirir
las dimensiones del alma…
Danzan mis dedos,
invocando la luz del otro lado,
repleta de quietud,
prendida al pináculo vespertino
que me brinda refugio…
A golpe de garganta promulgo
la apertura del tiempo entre paisajes redondos;
silencio en espiral,
dislocando la sombra
en su afán de abordar el infinito...
No puedo dejar de bendecir mis despojos
y hacerte saber que en santa absorción
ya te quedaste conmigo;
cada instante, palabra, gesto
ceñido a todo de lo que siento y percibo…
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