Veo crecer la luz,
espontánea,
como una manera de amparar
el hábitat de mi porfía;
me calcula,
mientras llueven en sepia
los instantes a tu lado
y convertida en aire me encuentra
la brújula del caos;
ondeando mi silencio;
desvistiéndole de su brillo…
Las galaxias atraviesan mis pupilas;
rastrean mi oscuridad
y, a pesar de comprobar su posición,
tañen el ingenuo amanecer del alma…
Por vez primera,
danzo con mi sombra;
la pirueta oscila
erecta,
angular,
formando una eterna amalgama
que convoca la euritmia…
Hago que el tiempo rompa su cristal
y vuelque su arena en mi orilla
dejándome empapar por la nada;
la esencial hierofanía…
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