Jardín Onírico

La vastedad del silencio
arrecia la escena trepidante
cuando apareces,
enredando el aire en agonía;
haciendo contacto 
con la piel de lo propio
que procede,
desafiándolo a empinarse
sobre su reflejo...

Huelo la fantasia,
la saboreo,
irrazonable,
modelo el deseo
que predomina,
exigiendo dejarse escapar
libre,
fascinantemente cruel,
por los pliegues de la sombra...

A través de un juego silencioso,
las formas siguen,
mudando trazos
sin desistir en acoplarse 
a la glosa centelleante
que aflora desde tu boca
y revolotea
en el centro de la noche,
haciendo vibrar cada parte,
dentro y fuera,
siniestro,
catástrofe
que me invita a equilibrar
con los labios
los suelos acústicos
e insistir en fijar el orden 
de prioridades 
que hace converger,
con la multiversion,
la racha placentera de tu lengua...

Poetica bestial,
el brillo del amanecer
que puebla tus ojos,
etéreo carillón,
rizo de sol y miel,
pasando a acelerar
su estado de trance metamórfico...