Me muevo
lento
y te escucho dentro,
componer la convulsión de lo irresistible…
Entrar en mí
y abrirme el alma
a esta siembra prodigiosa
que emerge de la tierra de mis cicatrices…
Qué fiero ese silencio telúrico
que eriza a mis fantasmas,
es pura magia
que conquista los visuales paisajes recopilados,
mostrando las ponencias
que aprehendieron huesos y carne,
para contemplarte en mi nuevo mañana…
Acaso tus flameantes destellos
cazan la luz que me brota de los poros
en peligrosos estallidos…
Adoro volar contigo;
habitar ese rincón magnético
que atrapa los vaivenes del agua;
el tacto supremo del universo…
Cuánto peldaño sagrado en esta fluidez
que me alcanza la conciencia;
este hilo poderoso de una rima sin marchitar,
que me grita el instante, a todo pulmón;
el cuarzo diluido entre melodías de colores…
Sostener mis océanos en una sola gota,
la que te contiene, como gema doliente
al despertar, gozosa, nuestra noche…
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