A expensas del estupor,
se yergue,
intempestiva,
la facultad
que te da el idioma
de tus aguas flotantes…
Esparces la disciplina,
con un candor
que choca con mis temores,
derribando mitos,
a diestra y siniestra…
Te incrustas en mi mente,
dándole lecciones
que llevan a mi lengua
a enzarzarse con la acción…
Un halo de turbulencias
crece y consume la carne
en la comunión del padecimiento,
cuyo rescate parece
que induce
la ocasión de tenernos…
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