Lo primero es el empuje
con lo que ahuyentas
toda forma de evasiva…
Después,
el bucle y su diámetro invencible,
animando el estallido
con el que recibes
las medidas de mi contextura,
mientras se tensan las tuyas
y compito…
Luego, sonríes
y, entre cada latido,
va acopiándose la sonoridad
que dejas desprenderse
sobre mis ojos…
De pronto,
tus relieves me atrapan
y grita mi corazón
su fuego flameante…
La plástica de tu inventiva
subordina el contexto,
liderando un espacio nuevo
al que mi carne le habla
y te incito a tocarme…
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