Naces
del golpe de luz
que remonta el silencio;
urdiendo la colisión inminente,
cuando
impulsas la fusión con mi latir…
Sembrador de un color afín,
materia sintiente,
con un cierto manejo del desarme,
me sabes sin condición
frente a lo que pides
y, sin descuidar
el roce;
el tremor que hiere,
me envuelves
en un juego furtivo...
Todos los nombres
se quedan en tu gesto,
distraídos
y no difiero de ti
en la forma de contenernos,
porque
es tal el punto de concordia
y tan puro el instante
que suscita en mí
este vuelo redondo
que no tardo en aceptarlo…
La música de fondo
va hilando expresiones en tus dedos
acerca de la venustidad
y se despegan las pieles
de su sombra…
Se abre mi mente
y ya nada suena convencional,
todo se torna,
inevitablemente,
a tu forma de amar...
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