Trenzados los ecos del vacío
a la búsqueda incansable
de ti y de mí,
adhiriendo al papel
de sostener la eternidad
en un desplazamiento mutuo,
te percibo dentro de mi piel…
Madera de hechizo
que sabe caer,
tan lento,
tan lleno de encanto
y seguir, sin desafiarme
ni un minuto…
Transmisor de calma,
haces
que todo converja;
que no haya pedazo del universo
que no se estremezca
sólo porque inicias
una conversación conmigo…
Cuando hablas,
hasta el tiempo
hace silencio,
ralentiza su flujo
y no hay retorno en el retorno,
sólo pistas que revelan
lo más íntimo,
de a poco…
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