Tras concentrarte en
ir, moviendo el horizonte
con tus pasos,
conectas las piezas y los dados
para trasladarme, a tu compás,
allí
donde el triunfo te confía la partida;
donde tu lengua,
férrea,
sintética,
inaudita,
escudriña mis desvíos,
despistando la quimera…
Donde me coges del costado
con el que te acaricio,
disimulada,
en cámara lenta,
enamorando tu trayectoria…
A la distancia,
tu onda expansiva
me alcanza
y no me suelta
y vibro, atónita
y fluyo
por su ondear de cometa…
Peregrina me vuelvo
y, otras veces,
polizona
de las cintas grabadas,
donde me citan las metáforas
que creas…
Y, envueltas,
bajo el farol de la noche,
viajan las almas
por un sendero imperecedero
que nos trae cautivos,
como presas fáciles
de un remolino
de pasiones y desvelos...
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