Engrano tu cuerpo
a la rueda de mi fortuna
y me abandono al rumbo
de la impertinencia
sobre las cimas,
en sus alturas
o en el espacio profundo
de tu silencio,
intoxicada por la maravilla
de la panorámica evolutiva
que me observa
de cualquier forma…
Se descontrola
tu campo de acción,
porque llevo impresa
la pirueta idílica de tu respiro…
Es tan fácil acostumbrarse
a tu rumbo;
a las rectas y curvas
que acomodas
para abrigar el eco de mi alma…
Con tu fuego fecundo,
fulminas mi lengua,
intruso,
mientras fulguras,
columpiándote en mis cabellos…
La noche madruga
para venir por el logro
de la curva irresistible
de tu tacto…
Amenazas con sumirte
en mi aliento subversivo
que te atrapa, suelta y recobra,
como la vida misma,
haciéndose milagro…
No hay comentarios:
Publicar un comentario