Mi piel se agazapa en tu boca,
mientras soporta la insistencia,
en su empeño de sentir la lengua irisar,
cuando recoges, suave,
lo que estoy diciendo…
Resbalo su patina
densa y caliente
y me transformo en su ámbito sensorial;
dos bordes,
desembocándose,
tras la generación de un sondeo,
pleno de profundidad;
fuerza atractiva que ejerce,
provocante,
la dinámica espacial
que seduce el placer de urdirse
en el aparecer del otro…
Se exhibe la gravedad,
hurtando los campos semánticos
y, desde la nueva perspectiva del símbolo,
aúno el prestigio eximio
de que seas tú
polaridad infinita de mi fuerte;
devoción que procuro
para seguir siendo tuya;
intemperie
a punta de luz,
sincronía al máximo…
Te unes a mi esfera inaterable
que te escribe en mi cuerpo
intacto,
mientras me leo
y releo
y vibro,
cuando me diriges tu ración
abundante de positivos presagios…
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