Te escucho retratar la melodía febril
que te habita en el alma,
cuando me escoge tu primera fila
y su atuendo sensorial
reviste con su geometría de luz,
los intervalos que hacen de mi piel
tu diseño preferido…
Refulge mi silencio;
tiembla mi espíritu,
cuando traspasa tu lengua
la orografía de mis sensaciones…
A manos llenas,
te entregas al brote de brillos inusitados
que disienten de los esquemas
en la intrepidez de tus relámpagos…
Se alza tu voz,
como una pieza inverosímil
del atlas de la noche;
lo inconmensurable en tus pupilas
halla nido,
titilando en mis pulsaciones…
Me deparas ese diluvio de contrastes
que sólo revela la contundente
obstinación del sentimiento;
lo tremendo que te hierve en la sangre…
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