Por las vueltas del mundo,
a lomos de esta tersura
bidireccional,
confieso que dialogar con tu aura,
al tiempo que me sostiene,
es más de lo que podría imaginar…
El guión emerge de tus labios
y su texto humedecido,
va primando en mí,
como el ascenso de la noche
al atardecer…
Me repletas, entonces,
de importancia
y, no basta tocarte
o morder el filo del tiempo,
porque despiertas ese lugar mental,
donde el aire crece y crece…
Y todo es esto
que huye…
Y yo persisto,
sin detenerme,
combinando mis artículos sagrados
con la lucidez que se dispara,
mientras se une,
en amenaza,
lo que memoriza
el lugar que reemplazamos…
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