Me caes encima
con la precisión de un orfebre
y califico tu talento,
como erudición
en todos los sentidos,
porque, en cada uno de los míos,
voy descubriendo,
reflejado,
tu diseño eminente…
Es mi lengua,
el engarce que escoges
para trenzar el formato y la fuente
que blande el maullido orgásmico
desde la distancia…
Y es tanta la belleza desplegada
desde el origen
que imposibilita dificultar el hallazgo
del sagrado don
con el que aprovisionas
de recursos constantes
mis propias ideas…
La vibración que arropa el silencio
y tu actitud de astrónomo,
me otorgan el maravilloso placer
de convertirme en audiencia astrológica;
de viajar por tus mares cósmicos
y bucear el banquete de patrones,
tallando gemas
que enjoyan la sensatez
con el refinamiento metamórfico de tu noche…
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