Arrebatados
a los pájaros, sus trinos;
el brillo de la sombra arqueada
a los espejos…
No hubo parpadeo azulino…
No trajo palabras el viento…
Todo se quedó vacío, todo…
Irremediablemente mudo y sombrío…
Ahogaron los crepúsculos
en el horizonte baldío
y se empañaron mis alas…
Tuerto el remolino
se tragó la orilla sin tu playa…
Cayó la noche lejana
y le encestó el tiempo el negro de su rostro
a mi garganta…
El océano se hizo bosque de hielo
cada vez más tupido,
masticando con fiereza
de mis ojos, el sonido;
diluyendo de prisa mi vuelo…
Ya no llegó a ti mi sonrisa…
Nada, nada me acercó a tu suelo…
Taciturna pequeñez
de ya no beber de tu brisa,
sino tan sólo mi duelo…
(05.11.11)
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