martes, 30 de enero de 2024

Acantilar

Incurrirse,
al compás del regocijo;
arrojarse al hondo aposento sideral,
donando una especie de trance o delirio
a los cuerpos,
ante la condenación más osada…

La inteligencia emocional
suelta las sombras
y, al apartar su paso, floto
sin más piel que la sensación a flor del alma…

A tiempo para descubrir que no se agota el impulso,
me ahogo en tu lengua
y siento aparearse el guiño y el sol,
como si tratara de insinuarse tu propia conciencia…

Me abres
y hurgas entera,
y el fervor excita las silabas
que forman la palabra
que me estremece
y, en quiebre,
envuelta en ámbar,
me vuelvo
tesoro histórico que me aglutina en tu mente;
extenuación del ímpetu;
memoria del corazón sincero,
que resguarda la relevancia en tus ojos…

Es tan fuerte tu efecto,
como la absenta,
que va hundiendo su estocada de acidez
en la garganta;
haciéndome perder la noción de la realidad
de la que me apartas del todo…

Y te da gusto que me lo dé
y gustas, también,
la sabrosa coincidencia que se declara
en el reparo adecuado entre decir o no decir
y sólo precipita lo que surte el efecto
que no espera dar razón para seducir,
sino que va tatuar, ahora, el ayer
en ti y en mi…

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