en tu enigma incorregible,
es blandir el disparo del tiempo,
encender la mecha del infinito
hasta explotar en tu silencio…
Acortar la brecha del sonido
y al fusionar las frecuencias,
herirnos la lengua en sublime rito…
Me recorres…
Me traspasas…
Me siembras…
Siempre trocando las zarzas,
diluyendo corazas
con la vena de tu efluvio…
Demarcas la distancia entre tus dedos
y los flujos verticales
que realzan los extremos de mi carne…
Encaraman la cuesta del sol
y con audacia,
trepan la tesitura inefable
que me ensarta
toda la calidez de tu corazón…
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