sábado, 6 de diciembre de 2014

Dádiva Selecta


Rodeada de tu aura prodigiosa
percibo el halo inmaculado del cosmos,
su insondable dimensión,
que abre las puertas de mis ojos…

Perdida en el sonrojo del aire
que aclara el borbotón acrisolado
de esta quietud,
encuentro el parpadeo de tu voz,
esas líneas declaradas
que labran la sublevación de mi alma…

Perfilados los silencios
petrifican la sombra que inhala
el sopor del tiempo…

Manan estrellas
desde el risco etéreo
de tu lengua
y me bebo la dulce y conmocionada
tierra de tu corazón,
que hace que mis palabras
se condenen a la implacable perfección
de tu verbo…

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