Cae el velo de lo inefable
y todo es tan distinto;
me reconozco parte de lo que eres…
Me averiguas y no te niego,
un segundo, mi oscuridad;
me tienes
prendada a lo intocable;
a esa magia que pregonas sin palabras,
espíritu hechicero
y yo,
sacerdotisa del silencio,
te invoco desde los portales del alma,
donde la plena libertad,
nos reconoce como propios,
agua del mismo manantial;
savia del cosmos…
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