Te veo la voz
a través de los pliegues dimensionales
que nos soñaron antes;
visuales resonancias acaparan mi lengua,
cuando golpeas el infinito,
llamándome…
Emana tu luz
desde el ángulo que me enseña sus sinfonías boreales
y me rindo a la geometría ondulante
que empuja tu alma a contraviento,
orquestando la danza de los espejos
haciéndome recobrar el brillo…
Tus ojos me estrellan
con la ambición exacerbada de provocarte;
de sostener, dichosa, esta melodía
y un ejército de fractales,
acomodando sus líneas cromáticas,
se conceden a la poderosa encrucijada
que vino a curarme la herida…
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