Gime, inusitado,
el silencio,
mientras la boca del infinito lo devora
y la fiebre de la materia
adormece el sentido de tanto someterla
al torrente de los cuerpos desatados…
Al subvertir las percepciones,
un batir de sombras alarga sus estallidos
y luego somos, tú y yo,
manantial de esplendores;
luz primera de los cuartos secretos del sol
que principia la aventura
de la piel en sintonía;
campos fugaces que florecen
al juego de las sensaciones,
llenándolo todo del color de lo imposible,
mirándonos atravesar la eternidad,
proclive, a nuestra condición de noche…
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