Encumbrarme, al filo de la luz,
es equilibrar la voz en ese punto fijo
que eleva la magnitud telúrica de mi lengua
sobre los coros del silencio,
donde viven los colores
y la acción irrefrenable del impulso
me marca la ruta
que empuja por obtener su espacio
entre los sueños…
Suelo gestar la frecuencia;
ese resplandor inefable
que cabe en el compás que agrede la idea
hasta pulirle las ansias…
No hay óxido en la hazaña,
captor del sistema;
concentras la onda expansiva
tras despejar la incógnita…
Traes un sol atrapado en el alma,
tan sedoso
que oscurece hasta el mayor de los fracasos;
la embriaguez cayéndome por el costado
no se agota tras mirarte y trasvasar la inercia
que suele apresar los labios…
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