Me miras y el mundo me agrede
sin poderme resistir;
inmune,
sigo el rastro de tus ojos,
vuelta chispa que enciende hasta el silencio;
voy alterando sus ponencias,
fulminando lo adverso…
Me vuelves sendero
que tiembla y se apaga,
balanceándome en escenas transitorias
y me caminas, despacio, las latitudes…
Cubres mi ser
con la eufonía de los astros
y es tan increíble,
que no se desintegra la dirección
que me descubre,
incontrolable…
Me postula tu equilibrio
a través de cada destello parpadeante…
Qué fácil es asirse a tu misterio;
al hilo que me trenza a tu mirada
y presiento que te gusta mi canto;
que te conecta a impensables noches de bengalas
y estimula esta tentación creciente de abordarnos…
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