Si sólo bastara
plegarme a tu lengua,
la mitad de todo lo que albergo,
probablemente,
liberaría el átomo ante la fricción,
dejando arder la oscuridad,
como un segundo sin tiempo...
Al caer dentro
del despotismo de la noche
y ensordecer lo que parezco,
podría calcular un estimado,
de esta fuerza que me recorre,
pero no,
prefiero repletar de luz danzante
las prerrogativas de anegarte el silencio
que pide convocar los fuegos del norte
al espectáculo que soy
y que aparece sólo
cuando confluyen lo tuyo y lo mío,
excedidos
por la sujeción de los cuerpos,
verbalizando su deslinde...
Predicar su poesía,
elogiando la desnudez
desde el mismo momento
en que tu forma lingüística
ilumina los espacios
donde te impones...
Y adherirte a mi gozo,
mientras oigo el movimiento
que prosigue a la presión
que detona un altercado
sin precedentes...
Dulce sensación
que imploro suplir con letra dulce
para ajustarnos
en singular incidente...
