Descubro la mano del infinito
y su ciega caricia, rozándome el alma,
cuando la estructura hipnótica,
de tu nota al fin del día,
arriba sin palabras…
Sueles almibarar mi silencio
y desvanecida en mí,
alcanzo los angelicales discursos
que danzan con tu tinta de ausencia…
Me llevas
donde se esconden los colores
y los océanos descubren
el faro de arcoíris,
guiado por los pulsos eléctricos
que me atavían del deleite de tus esbozos…
Me enciendo ante la revelación de tus ojos
y cada instante es origen eterno,
trasluz del sueño;
germen lumínico que se siembra todo
en las esquinas de mi universo…
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