La noche está llena de tu nombre
e inventas cada palabra en mi boca,
sin percatarte siquiera;
humeante sangre lunar,
frente a la que me desnudo
y me permito,
con la viveza del espíritu,
impregnarme…
Me honra el compás sinérgico de tu lengua,
su rumbo estético indagándome,
como inseparables idiomas
que ahondan sus destellos en una danza infinita…
Me anudo al pulso fundamental de abrirse;
lanzarme, en incipiente desenfreno,
a las alturas de la anatomía de tu silencio…
Dos sílabas disolviéndose en mi boca,
dichosa del espacio caótico que siembras;
del abismo que soy en tu presencia…
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