Sentirte en la quietud del silencio,
es sostener la dicha entre los dedos;
pronunciar el color latente de la dulzura:
Tu nombre…
Regodearme en el guiño inexplorado
de aquello que sólo tu corazón reclama;
lo que eres;
tu alma
es un halago del cosmos;
un jardín repleto de dientes de león
para mi resoplar de anhelos;
la voluntad imponderable de un sol,
apuntando hacia mis cuerdas…
Todo gira alrededor de tus ojos;
magnetizas mi aliento,
puedo sentirlo,
porque me llenas del rocío de los sueños…
Soy destello en la penumbra,
que se halla pendiente de sujetar tu lienzo
y aderezar tus trazos con mis matices oscuros;
revolotean los impulsos,
¡quiero tu abrazo!
mi ser intenso atravesarte entero,
dejarme acariciar por tu fuego enigmático…
Mueren las estrellas para enmarcar el suspiro
en las constelaciones de una noche inolvidable;
grabar la ruta de tus pasos;
adherirme a la virtud de tus cristales,
desgarrando la incógnita;
volverme táctil coreografía
tras diluirme en tu boca…
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