soy el hábitat de su resplandor;
de su níveas fragancias…
Desde cuándo siento el mismo infinito,
ardiéndome en la entraña,
vivenciando la conexión más alta
con la noche;
su fantasía, augurando el amanecer
del mágico balcón hasta tus ojos…
Puedo elevarme en un estado de gracia;
brillar tanto
que la vibración que me compartes
pendula del silencio…
Bajito me cuentas del milagro
de suceder entre mis dedos;
tu influencia
me toca el alma
y de tu mano oigo lo embravecido del pensamiento
que surge de tu mirada…
Se me inflama el pecho
y, a punta de versos,
me fundes al crisol de un crepúsculo
que me ve nacer de nuevo…
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