cuando la música nos entrelaza el silencio;
cuando al llamarte,
las más insólitas reacciones
se despliegan…
Tienes el tacto de la noche;
tu boca es un panal de destellos
de naturaleza arrebatadora
y te escucho brillar,
mientras el tinte notorio del aire
te respira,
así como mis versos nacientes…
Me estoy volviendo adicta
a este silbo virtuoso que me trepa, insistente,
y adoro suceder en el pulso de tu embriaguez,
cuando conectan mis labios
con el iris rozagante del infinito,
reflejando tu claridad…
Es oportuna tu lectura sensorial
que, desnuda su arte
y entre tus redes florecientes
quedo atrapada con su hechizo
de corazones profundos…
La tenue luz amparando todas las edades,
desde el trémulo refugio del alma;
tropel de oscuridades,
que atavía mi respiro;
frugal instante,
sabiduría blanca…
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