Lames el cosquilleo de la simetría
que me florece en el cuerpo,
cuando le dedicas la honda espesura de tu alma,
entre gestos y palabras;
cuando al son de lo inefable,
conjuras mi lengua
y casi puedo nadar en tu silencio…
Los sonidos multicolores juegan
con este rubor, hecho de tactos
y un lecho de inciensos,
sostiene la armonía
que viene fraguando mi esencia…
Y otra vez,
te descifro y me descifras;
voy percibiéndote más claro
y no paro de sentir
la fascinante voracidad que nos precipita;
de concebir el suelo alotrópico de toda perspectiva
y tejerme, dentro,
las contorsiones boreales,
llenarme del aire encantado
que me agita
de sonreírle al infinito
con la intención revestida de tu nombre,
porque sabes que es para ti
el imparable aluvión de mis versos
soy interfaz de lo intenso;
adagio de tu contemplación; tu noche…
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