Me dejo ir,
inimaginable,
con la nitidez que rueda
dentro de un silencio ondulado,
forjado por la magia
que me percibe pletórica de ti…
Y no descansan mis letras
en su inviolable repartición de energía,
dejándose marcar el paso
por tu deliciosa sencillez…
Es tan puro respirarte;
presenciar la escena de mis días
en la inexplicable comunión del infinito;
en la primavera que se abre,
como un río
sólo por volverme fragmento de tu brillantez,
mientras te estoy mirando;
colisión que apertura toda voz sin sombra
y se lanza, indudable,
como un pájaro
mortífero y revelador,
rezumando el nido de fuego
que arde en su interior…
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