Inhalo,
dulce y clara,
cada forma que conforma
lo inexplicable de este arrebato;
cada letra de tu nombre,
mientras lo pronuncio
y me transporta
a la carretera del sueño;
conduzco la noche de tu silencio,
sosteniendo el alto impacto de tu llegada…
Me cubres;
el vaho de tu luz me seduce y empapa,
y exhalo los atropellos
para izar un pulido esbozo
de lo que me suscitas,
pero no hay suficientes palabras
para desnudar tanto el paisaje;
las sombras vacías del mundo…
Dispuesta a acometer tus ojos;
ser vista por su iridiscencia,
capturo la levedad transitoria
y antes de que se escape,
volviéndola estallido de tinta;
prominencia que resucita mis impulsos
y me empuja a estrellarme con tu lengua…
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