Asida al palpito fulminante
que blande la noche,
me encuentras,
esbelta de luz;
en un cuarto de estrellas
azul eléctricas;
como una constelación de palabras
que transcurre,
en una suerte de esquema
que armoniza esta loca manera de amarte;
de dejarme morir, acaso,
por el alud de tus precisiones;
con lo que me rodea,
palpando el acertijo de tu silencio
y el ingenio desbordado,
poco antes de estallar en tu lengua…
Es que anidas mi naturaleza
entre los dedos
y soy tu mar de tentaciones;
razón de peso
para el rezo de la lágrima mineral
que se exhibe,
cuando se repliegan las sombras
y este puñado de humanidad
exhorta impensados excesos…
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