Al trazar el silencio,
cartografiando la escena de tus ojos,
percibo
el grabado sustancial
de un mismo y diferente estado,
porque los trechos van dibujando esquemas
que se aseguran el propósito
de localizarme…
Te difundes,
extasiado,
en mis arenas florecidas,
cuando, en tu letra, mi nombre;
cuando, en tu voz, mi nombre;
cuando me piensas,
desprevenida y te mueves;
te expones,
al igual que tallas en mi piel,
de tu sensibilidad, el aplomo…
La emoción,
como libre promesa
de mantenerme suspirando,
socorre la válvula explosiva del alma,
rebosada de símbolos,
partiéndonos la lengua
con su bálsamo prodigioso…
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