Tu salvaje sinuosidad
va arrancándome
el asombro;
el disfraz,
deslizándose por unos dedos, sin prisa,
sobre la anatomía de un suspiro…
Puedo
saborear el magnífico efecto de flotar;
sangrar su anomalía
con el pulso insospechado
del cosquilleo
que me dejas al lamer tus ojos;
abrir los aguaceros de la mente
con la voz en círculos
y oírte con la lengua en continua vibración,
mientras mi implantas la catarsis del deseo…
Lideras la praxis de mantenerme
al borde del final;
oler las ondas peculiares,
cualificando el instante con tu búsqueda
y, en tu poder, encontrar
las sanciones de la hartazgo…
Te siento
escarbarme el silencio
con la eficacia del átomo;
meterte en mi intimidad cerebral,
arrancándome un orgasmo
al morder la amígdala
y aturdir mi manera de respirar,
internándome por un tenso y denso clímax…
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