Lo inevitable escruta cada silencio
cuando se trata de ti;
me enreda con sus hilos de fuego
y se desprende la cuota exacta de luz
desde mi pecho,
hasta el arco de tu ciudad flameante…
Me ciega la belleza
que insiste en invitarme
a las habitaciones de tu alma;
cierro los ojos
y espira el puente inmaculado
que hiere mi calma;
se infiltra
para fundirme a la profundidad que instiga
el más expansivo roce;
la fiebre que me quita la sombra…
Estás girando en mi lengua
en la parte sensible que desconoces
y, aunque apenas perceptible,
el aire solloza;
entrelaza los humos que emano,
cuando me retienes el pulso con la mirada
sin permitir jamás, alejarme de tu lado…
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