Y no me importa abrirme el pecho
y dejarte caer mi abismo,
como efluvio incontrolable,
cuando el intercambio de estallidos
que percuten tus ojos
me ha traspasado hasta lo más íntimo,
asegurando el instante perfecto,
provocativo,
que se fuga de lo material;
prolífero manantial donde existo,
rodeada de tu enfoque energético,
fluyendo con la lucidez en las pestañas,
rebasando las alturas del parpadeo;
la ruta sin escape,
donde te moldeas a mi piel
y te pierdes en el sonido
que emite mi silencio…
Me electrificas
al enroscarme en tu tacto;
invadida mi cabeza por tu perspectiva;
adicta a ti,
traspasando la otra vida,
porque me exploran tus iconos irredentos
y juntos retrocedemos
y sólo somos aire,
atravesándonos por dentro;
sumergidos en un océano de espasmos,
hasta entonces insondable
y la inflexión rabiosa,
haciéndonos polvo de luz,
sustancia cósmica…
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