El ahora marchito
sólo retumba
en las páginas de un cuento
que naufraga inacabable
en su infinito comienzo…
Ruedo,
ligera,
me derrito en el aire,
floto;
retorno en lo dispar;
mientras fluyo,
me eximo del tiempo;
me contactas, de nuevo,
estrechándome
canciones espiraladas;
prosas bohemias que trasuntan mi palpitar…
Tan increíble resulta
que te depares en mí con esa intensidad
que grita
y bate sus aguas hambrientas;
excitante
que tengas tanta noche en la mirada
y me bañes de su proeza;
de tanta divinidad;
tanta delicia
fugaz y eterna;
ese descontrol de las horas
sobre los rayos azul violeta
y, fervorosa,
ingente de rapsodias,
hallo el sendero a tu resistencia…
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