Nadando a través de tus ojos;
atrapada en su dulzura insoportable,
es como descubro lo alucinante
de sostener, apenas del borde,
tu encantamiento;
de hacer florecer mi luz entre tus dedos,
cuando las cuadraturas vencidas
de toda dirección,
por ti,
reconfiguran sus ángulos;
mis pétalos
sólo amanecen en tu noche;
en tus cielos sonámbulos;
tan sutiles se abren,
captando todo el azul
que emana de tu corazón
y, justo frente al céntrico preámbulo,
amarra mis suspiros
que se amplifican en círculos,
reiniciando la oscilación del aire…
La pulsión fotocromática
empuja el despertar de la carne;
modela el movimiento que busca entrelazar
la sinfonía singular que todo lo distingue
y allí me tienes,
construyendo laberintos de sal,
pintando redes de agua para acabar
en tus místicos jardines …
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