Abárcame entera con tu lengua,
embárcate en la aventura
de leerte en mi reflejo,
como si en ello se te fuera
el alma;
devora mi intemperie sin miramiento;
tatúame el aire, en fuga;
profana
lugar y momento,
clavándome la hoja de tu mente…
Muéstrate implacable a mi cordura,
mientras me mantienes pendiente
del brillo que emerge de tu boca…
Deja que sea la ternura,
suficiente complemento para enfatizar
lo significativo;
altérame el pulso
y bébete el disturbio de mis labios;
quítame la sombra bajo el árbol ardiente;
mátame, sin piedad,
en la hoguera del olvido…
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