Frente a la tremenda y total impresión
que se desprende de tu lírica,
se pixelan los espacios que distraen la lucidez;
se erosionan las coberturas innecesarias
y una estampida de estrellas
se deja caer por tus ojos,
donde chorrea mi sangre plateada,
al ofrecerme como sacrificio,
desvistiendo órbitas y frecuencias nacientes…
El desmayo del silencio
me exhibe herida de amor,
bajo las altas torres de la noche,
que sabe de lo nuestro
y nos confiere sus estancias para descalzar
toda forma;
adentrar sus cerúleos campaneos
por los dinteles de mi alma,
tornándose febriles estaciones
y, aferrado, hasta el último rincón,
su pulso indomable, se incrusta en la luz
que va dando tumbos,
ante la prodigiosa maravilla
de hallar el lugar donde encontrarte…
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