Así vengo,
con el incendio incorporado;
así te avanzo, ingobernable,
soltando chispeantes estampados,
sobre el tacto de tu nervadura;
avivando tu impulso,
porque traes la música de los astros,
deslizando tu garganta
y me estás llamando…
Habiendo probado tu mundo,
me ensaño contigo, me excedo
para transfundirte el éxtasis;
el deleite instigado, infatigable,
por la reflexión de mi lengua...
Te has propuesto a mis deseos;
eres el eslabón que suelta los cabos
del enigma insondable
en la palma del silencio
y no cabe en un rincón apartado este suspiro,
huye desbocado;
siento que voy con agudeza incandescente,
moldeando, purificando,
porque no soy sólo el paisaje;
soy lente y enfoque;
el ojo transformador del otro lado
y puedo proyectarme en tus sensaciones…
Tengo tu interés de rehén
y yo, embobada,
dándome, a raudales;
sólo nos queda escalarnos;
abrirnos el lado sutil
y acceder a inquirirnos los secretos de la carne,
manoseados de tanto hurgar la conexión
que nos colecciona alma y corazón
entre rimas inmortales…
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