Ahora que tu silencio
refulge junto al latido de mi alma,
derretido,
como metal precioso
en los crisoles del infinito
convierto, con los dedos, tu gesto;
impido que todo se vuelva obsoleto…
Pongo ante tus ojos
lo mejor de mi;
la anatomía de mi retórica
expuesta;
la dulce fricción entre labio y silbido;
percusión de hipnosis,
bombeando, su esplendor, en tu lengua…
Te quedas con la dulce reverencia
de tu juego favorito,
cuyo golpe acrobático diseña el terremoto
y su epicentro en tus huesos;
erupción de placeres plateados desde los cráteres del sueño;
chorro de luz y gracia, exhortándote…
Diviso figuras de cristal,
moldeando los espacios,
mientras nado tu cuerpo, exaltada;
divides mi sangre;
me diriges tus rayos;
liberas un éxodo de intenciones,
espectáculo de resplandores,
haciendo relucir tu talento
al hacérmelo vibrar en la mirada;
pandero de oro
en esta noche agitada
que va vertiendo su latido,
dando vueltas sin retorno,
en el oído donde te me grabas…
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