Te percibo,
como un rasguño químico;
un avance de pretensiones que no para;
la vibración del deseo,
provocándome al máximo
para colocar mis ansias
por delante,
al experimentar tu encanto…
Exprimo la luz al silencio;
poniéndola en tu boca,
dejando
que te recorra por todas partes;
que te trague el mismo latido
que brota,
ruborizado,
del vapor de mis instintos,
palpando el rasgo dual
al respirar tu universo…
Te hago flotar en el éxtasis,
hasta que despiertes
y, conmovido, atravesar tu memoria
y me nombres,
porque oírte es recordar que la naturaleza
es fuente pura de reivindicación;
reflejo que dispone una fusión integradora…
Aerodinamismo que conecto
a todo lo que me sacude;
criatura que fluye en la garganta del viento
y me incendia los atuendos fugaces,
mostrándome la belleza
del instante infinito y eterno…
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