Al prescindir de lo seguro,
a penas, a salvo,
descubro mi corazón,
flotando en tu envoltura
sin más atuendo
que el deseo palpitante…
Diviso la luz;
su placidez musical,
acariciándome
la frente, la boca, la lengua,
como espirales de humo,
devorándose mi aire,
ionizando el espacio
para verme disuelta…
Tráeme la muerte
mátame;
convídame del ágape de estrellas fugaces
que te nace de los dedos
en sentido único…
Brilla tan alto este sueño,
tan puro,
mientras te lo confieso
que, tan suspicaz acoplamiento,
me hace darte lo mejor;
enseñarte mi heridas…
Me sobran poemas
que se revuelvan en tu orilla;
carnavales y fogatas
danzando con mi saliva…
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