Hay plenilunios,
colgando de tus ojos;
un color resplandeciente
que se decanta,
siempre,
por mi lengua,
absorbiendo la distancia;
ensordeciendo toda ración de bruma;
una deformidad que se desnuda
y, cuyo despliegue de sonidos desconocidos,
curva el tiempo;
resolviéndome en una ecuación eterna
que me concede hacer giros de humedad
para nadar tu noche;
sustanciar las rotaciones del alma…
Te cubro con mis ideas,
acercándote conceptos paradojales;
te riego la savia de mi energía
con la perspicacia de los ángeles
que me rondan, cuando me miras…
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